Si bien el concepto de gamificación (gamification) suena con más fuerza durante los últimos 2 años, la realidad es que las técnicas y mecánicas a las que hace mención de forma genérica se utilizan desde mucho antes y en sectores de actividad muy variados. McDonald’s, por ejemplo, capta desde hace años las preferencias de los niños en parte gracias a su estrategia de incluir pequeños juguetes en sus menús. American Express ofrece distintos niveles de tarjetas (oro, verde, oro Premium…) como recompensa a la fidelidad de sus clientes. En estos últimos años, las tecnologías habilitadoras y el desarrollo de aplicaciones han evolucionado lo suficiente como para impulsar nuevas oportunidades de negocio, pero el concepto permanece idéntico: trasladar técnicas y herramientas de juegos a actividades ajenas a los juegos tradicionales.
La gamificación aprovecha la naturaleza de los juegos para desarrollar nuevas aplicaciones y servicios más atractivos, y para mejorar el grado de interés y fidelización en el uso de otras aplicaciones ya creadas sin ninguna orientación inicial hacia el entretenimiento. Ya en términos de Internet y la relación on-line con usuarios y clientes, se aplica al diseño de aplicaciones interactivas que aprovechan el instinto de competitividad y preferencia por los juegos de las personas y utiliza recompensas, virtuales o no, para dirigir su acción (descuentos, pagos, puntos,…).